29/11/08

Los cuervos

No le dio tiempo al otońo de extender su moqueta de marrones, rojos, naranjas y amarillos por la ciudad. La alfombra de hojas que se extendía por los jardincitos seguía deshilachada, esperando que acabasen de caer los retales que seguían colgados a los árboles. Se quedará lamentablemente inconclusa. El invierno ha llegado con toda su furia de nieve y ha alicatado parques y pavimentos de baldosas blancas de hielo.

Me senté a esperar que la lluvia mariquita vestida de novia (żde quién es esta greguería?) se cansase de esperar al pretendiente que nuca llegaría y se desvaneciese entre la tierra, permitiendo al otońo seguir con su delicada labor textil. Pues se ha aferrado al suelo, despechada, esperando a la sal o a la muerte para irse de luna de miel. Mientras, sólo los cuervos se atreven a pasear por el merengue de entre los castańos.

Jamás hube visto tantos, tan grandes, de plumas tan negras que brillan con reflejos azul marino. En la noche es fácil verlos por la oscura fosforescencia de su plumaje. No graznan, chillan. Se quejan por todo, ya vuelen o salten de montón de nieve a montón de nieve en busca de un bocado. Parece como si les saliese la voz desde unas profundidades que no le permite su envergadura, como si las patas los conectasen a alguna caja de resonancia enterrada a dos metros bajo tierra.

A la mańana se apostan en las ramas de los árboles, pacientes, esperando que caigan los frutos del otońo y devorarlos. Mientras aguardan el sonido de las castańas contra el suelo, no dudan en miran desafiantes a los valientes que pasean. Y miran desde el vacío de sus cuencas de ébano. Y miran a los ojos. Es un pájaro bastante macarra.

Vuelan en bandadas de millones. Minutos antes de que salga Venus, se adelantan y recorren la ciudad de punta a punta, como un nubarrón, como una plaga, como una lona, tapan la poca luz que queda. Y siguen luego tan panchos, tan felices, tan macarras, gritando de montón de nieve en montón de nieve y mirando, desafiantes, a los ojos.

27/11/08

The Time Of Silence

(As a suggestion from some of my friends, there is an English version of one of the posts below)

When the metro lines of Budapest started to be designed, dozens of liters of Palinka were drunk by engineers and politicians. At least, it seems it was like this. There are only three lines and all them converge on a single point, Deák Ferenc Tér. To travel from Könbanya-Kispest to Örs Vezet tere means passing through 17 stops along 16 kilometres. The real distance between these two locations is plus-minus 3 Km.

It is also weird how the access from the entrance of the stops to the platforms was designed: In many cases, there is a single escalator. It may take more than a minute to get into the train on the lazy mechanic movement of the staircase.

But the strangest thing, the one without any explanation, is the silence. It was Wednesday, 8 am, at Deák Ferenc tér. Vagons moved along the railway as cans of sardines in the conveyor belt of the factories: millimetrically full. Only the voice from the PA interrupted the silent fog among the travellers. The sound of the shoes, the walks was the only noise at the platform. No words, no laughs, no cries...Shoal of fishes in the deep ocean they seemed. Many may say it was because it was early morning of a working day. The same silence prevailed at 10 am on a Saturday night.

The kingdom of silence does not extend all along the tube system. There are some metro stops where a storm of noise, voices, music... has its independent republic. It is the case of Klinikák in the VIIIth district. Close to this station the university hospital and the Medical University are located. That's why most of the students use Klinikák station to go and come to their classes. Many of them are exchange students, from all over the world, and they all speak a mix of Hungarian, French, German, English... Americans, Europeans, Africans, Asians... A patchwork of coloured skins, a mixture of accents takes place at this very station. And many of them have decided to move to the district.

The VIIIth disctrict is now recovering from years of the most silent illness. Located in the border of the centre of the town and new Pest, the neighbourhood was historically a place for crime, procurers, jonkies, drug-dealers, prostitutes... Underworld of deep voices. Nowadays the price of the condos in the area is raising as long as students are moving here. Grey colours change into those of the rainbow. The silent depth yells and quiet screams are getting out of the score. The happy witty laughs are becoming the main orchestra of the concert. Piano, andante ma non troppo, allegro... Holy noise.

26/11/08

La guerra del fútbol

No se habla aquí ni de El Salvador ni de Honduras. No hay mención para las rondas clasificatorias del mundial de Méjico´70. No se toca tampoco a la United Fruit Company ni a los derechos de los campesinos.

Tiene que ver con la guerra que húngaros de dentro y de fuera y vecinos mantienen. Con la crisis diplomática que se ha abierto a la sazón de un partido de fútbol de la liga eslovaca. A fecha de 1 de noviembre, el Slovan de Bratislava jugó un partido de poca trascendencia – según los entendidos- contra el conjunto local de Dunajská Streda , al sur de Eslovaquia. Pese a la poca miga que se jugaba en el encuentro, 1.000 policías se desplegaron para vigilar un estadio de 10.000 asientos.

El resultado final fue de arrestos, porrazos, golpes, cargas a caballo. Los balones no eran ni de marca ni de cuero, eran pelotas de goma. Nadie se preocupa de los goles que se marcaron. Vlad, eslovaco de Brno, relata los hechos. “Aficionados de origen húngaro llegaron al partido con ganas de armar bronca. Llevaban los símbolos de la Gran Hungría, cantaban a la tierra que dicen suya, que en realidad es Eslovaquia, y luego ser liaron a cantazos con los autobuses de los hinchas del Slovan.”

Los húngaros dicen que la cosa no ocurrió tan así, que la policía se descargó con la hinchada húngara por eso mismo, por ser húngara. Un millar de aquellos que recordaban a los héroes del pasado (ver más abajo) se concentró a las puertas de la embajada eslovaca en Budapest a quemar banderas, a levantar estandartes de la Gran Hungría de antes del diluvio, a olerse la testosterona.

Al sur de Eslovaquia, al igual que al sureste de Ucrania o al este de Rumanía vive la diáspora húngara, los que se quedaron fuera de las fronteras que en el Tratado de Trianón trazasen los vencedores de la Gran Guerra. Los territorios de Transilvania, Eslovaquia, las regiones del sur que se extendían por Croacia o Serbia, se separaron de Hungría. Perdió su enlace con el mar y se aisló en la duda de ser centroeuropea o del este. Cómo sería que al poder llegó en los felices 20 un almirante sin flota regente de un reino sin rey.

Le pregunto a Szusza, profesora de inglés con acento de Irlanda, nieta de rusos y con primos en los cinco continentes, estudiante de sociología en los tiempos en los que la ciencia social estaba prohibida por el socialismo, qué es lo que está ocurriendo en las fronteras de Hungría. Dice que las heridas que en Trianón se abrieron fueron tales que mucha gente sigue recordándolo – porque sigue viva. Que los traumas para la población que se vio desvinculada y luego perseguida siguen sin cura. Que los arreglos posteriores han sido arreglos, no soluciones (como fueron los trasvases de poblaciones sin respeto por más propiedad que los zapatos). Y que durante mucho tiempo no se brindaba con cerveza porque los que suscribieron el pacto de 1920 lo hicieron con espumosa rubia.

No ha mucho se convocó a los húngaros a un referendo sobre el estatus de aquellos que viven extramuros. A la pregunta: ¿Les damos pasaporte y nacionalidad a los de fuera?, los nacionales dijeron NO. Por ese resultado hizo campaña el actual primer ministro (socialista), aduciendo que “vendrían en masa a quitarnos el trabajo”. Es de roja directa.

Los ministros y plenipotenciarios de una y otra nación se han reunido para solventar el asunto. Habrán acordado algo en el marco de la úe, del fondo de cohesión o del comité de las regiones. Están, como lo estarán siempre, fuera de juego. Mientras, a los húngaros de fuera no se los quiere dentro. A los de dentro no se los quiere fuera. Pi, pi, piiiiii. Final del partido.

17/11/08

Armenia

Va a sonar a chiste. Un inglés, un alemán, un español y un armenio se sientan en la cafetería de un hotel de tercera a hablar del servicio militar en sus países.
- Tuvimos el primer ejército profesional de la historia -se pavonea el inglés-. Eso es ya de la generación de mis padres.
El español:
- Creo que son diez los años que llevamos sin "mili". Estábamos obligados a tener un ejército profesional desde que entramos en la OTAN.
- Pues en Alemania seguimos teniendo servicio militar, que es obligatorio para todos los chicos, pero pueden evitarlo con un servicio civil.
Turno para el armenio.
- En Armenia el servicio militar es forzado y dura dos años. Los que intentan evadirlo pasan cinco años en la cárcel.

Lillit es de Ereván y cuenta que su hermano está a punto de volver de la mili. Esta destinado en Karabaj (montañas, en armenio), que oficialmente es territorio azerí. En 1988, Moscú declaró la región de Nagorno-Karabaj parte de Armenia y, tras el colapso de la URSS se intentó reintegrarla en Azerbayán. En el 91, Nagorno-Karabaj, con el apoyo de Armenia, declaró su independencia y estalló una guerra que se dilataría cuatro años y que acabó con un saldo total de 20.000 muertos y un millón de desplazados.

- Armenia ganó la guerra, pero nadie quiere reconocernos el territorio...
- El derecho internacional es claro: ningún territorio tomado por la fuerza será reconocido - le espeta el alemán.
- Ya. Pero la actual Armenia es un 25% de nuestro territorio real. Sin Nagorno, un 20. Cada mes tenemos titulares de algún soldado muerto en la región. Nuestros enemigos son nuestros vecinos, y si no nos defendemos Armenia acabará desapareciendo.

Dice Lillit que su hermano manda cartas, que se acuerda mucho de su familia y que a veces tiene miedo.

- Estarás deseosa de que vuelva.
- El pobre está muy asustado. Pero entiendo que deba estar donde está. Si, llegado el caso, tuviese que ir a la guerra, no le gustaría nada. Pero, si no va él, a mí no me importaría coger un arma y defender mi país.

La conversación ha subido de tono y sobre la mesa se extiende una nube gris, de tensión y tormenta. Se apuran los cafés, se menean los posos y, tras un saludo cordial y una sonrisa de rigor, cada uno decide retirase a su cuarto. No es un asunto de chiste.

7/11/08

La Democracia en América

La noche del martes al miércoles la pasé en vela. Los mosquitos, que no respetan ni los rigores del otoño centroeuropeo, zumbaban alrededor de mis oídos. Hay razones para estar alerta contra estos vampiros dípteros: en 2001 chuparon la sangre y, por defecto, el alma, de algunos rumanos al infectarles con la meningoencefalitis vírica del oeste del Nilo.

Para estar despierto contra la amenza alada, me tapé hasta la barbilla con mi saco de dormir y encendí mi radio ¡Oh, mi fiel BBC World Service! Daba resultados en tiempo real, de Colorado a Florida, de New Mexico a North Carolina. Polls, results... Tenían corresponsales en Phoenix, en Chicago, en Washington... Hasta los había desplazados en Kenia, en el pueblo de la yaya del senador por Illinois, reportando los rezos y los bailes y los cantos (los tam-tam de la aldea global, digo yo) de los afro-africanos que invocaban dioses, espíritus, para la victoria de Mr. Obama ¡Qué despliegue de medios!¡Qué envidia!

Pero hubo un momento en que parecía que la respetabilidad de la Corporation se iba a ir al garete. A eso de las 3 Greenwich la euforía se hizo del estudio de la BBC del D.C. La profesora de UCLA, el ex primer ministro de Indonesia (?), el economista de London... todos invitados a comentar en tertulia, se pintaron de azul y de sol sobre labor. Advocates for Change, they seemed. Temía que cayesen en los mismos errores que otrora cometiese cierto diario. Es el riesgo de abrir primera con editoriales.

A las 3:30 GMT Virginia se pintó, por primera vez en cuarenta años, de azul. McCain, con sus eses silbadas, reconocía la victoria a su contrincante. Obama, todo un mesié le presidán, arengaba a sus seguidores con su "yes, we can", al final de cada frase.

Y ahí se quedó la cosa. Siguieron contando, recontando... Y yo me dormí. Horas más tarde (caí de sueño albente caelo) pregunté a una húngara, "y ¿qué te parece?"
- ¿que me parece el qué?
- ¿qué va a ser?
- No sé
- La victoria de Obama, mujer.
- ¿Ha ganado Obama? Hungría es un país chico, demasiado chico para que nos interese los quién-gana-qué.

Y me hizo pensar ¿Es España tan grande como para enredarse en esos debates?¿En qué nos afecta? Se dice que desde que los USA son el gobierno del mundo, todo el mundo debería tener derecho de voto. Y pensé a quién tendría que haber votado. Si fuese Joe the Plumber, a McCain; si fuese un empleado de una térmica de carbón, a Obama; si fuese un evangelista pro-vida a Sarah Palin... que me diga, a John McCain; si tuviese una plantación de maiz en Ohio, a Barack.

Pero soy español trabajando en Hungría, un país chico ¿A quién hubiese votado? No creo que con el economic meltdown y el market turmoil, en palabras de Zapatero, problema estrictamente de los tiburones neocons, tengan demasiado tiempo en hacer política exterior. The economy, stupid! se decía en la corte del rey Clinton. Estas elecciones tuvieron su epicentro en la economía, y los demás asuntos (war on terror, Pakistán, Cuba...) han sido elegantemente centrifugados.

¿Debía haber votado el mundo? En estas, el mundo ni pinchaba ni cortaba. Lo que Hungría. El mundo es demasiado chico.

Ahora, para los que me conocen y me leen (que son pocos, pero se lo agradezco) les ofrezco lo que yo opino: En enero jura Obama, la señorita Pelosi es dueña del House of Representatives, es azul también el Senado ¿Demasiado poder en un mismo partido? ¿Dónde los checks & balances? Tocqueville quiso escribir una ensayito sobre la democracia en América en 1835, y acabó redactando un mamotreto infumable. En una frase: liberales del XIX, cuidado con tanta democracia, no sea que el monstruo se convierta en un Saturno que , después de darle matarile a sus hijos, se acabe merendado así mismo de postre. Antes de cualquier comentario, pongan a Tocqueville en perspectiva.

No me pareció bien que McCain girase tras la primarias del centro a la derecha evangelista de Palin (una señora que duda de la existencia de los dinosaurios...), y por eso merecía la derrota. El cambio es positivo cuando se sabe lo que se quiere cambiar, y mucho me temo que Mr. Obama va a experimentar con pólvora - no se puede dudar, menos ahora, de la estrategia Petraeus para los bochinches en los que se ha metido EEUU. En su favor debo decir que para ayatolás y otros iluminados va a ser difícil llamar a un país "Great Satan" si el segundo nombre de su presidente es Hussein.

Entiendo que la fuerza de Obama y su mensaje de cambio haya llegado al viejo continente, pero no entiendo que haya calado tan profundo. Aunque fuerte, no es Hércules, ni va a poder mover arroyos para limpiar la mierda de los establos. Mucho menos los establos ajenos ¿Alguien pensó, por algún momento, que Obama iba a meter a EEUU en la Unión Europea?

Mi candidato, al principio, fue Ron Paul, un replicano de Texas, que está por enterrar la forma de hacer política del republicanismo del siglo XX y volver a los orígenes, a Jefferson. A dar valor a al término republicano, a entender la República como hombres, no como territorios, a la libertad, a la política exterior basada en la diplomacia (eso no incluye ni a Wilson ni a Kishinger), no en el mesianismo... en definitiva, a lo que se llamó "legalizar la Constitución".

La cuestión racial me cansa. Dos secretarios de Estado, dos, ha tenido George W. Bush: Collin Powell y Condolezza Rice. Y no eran blancos. Es una nueva forma de hacer política que recorre el mundo y que me aterra. El de hacer concesiones, gestos, llamamientos... a las minorías. Véase la elección de Palin para McCain, la forma en la que el alcalde de Berlín llegó al consistorio, etecé. Se llama "a romper techos de cristal": que los hay, los hacemos gruesos y luego, con taladro de dentista, hacemos el paripé de querer rajarlos; que no los hay, se busca la forma de ponerlos. Me parece obsceno hacer política en base al recuento y no al interés. Es la vuelta de tuerca de la Realpolitik: se deja el ideal hasta en campaña.

3/11/08

Los mercaderes en el templo

No soy de visitar los cementerios. Dicen que en América las familias van a las necrópolis los domingos de pic-nic, que son lugares para pasear los días de sol de invierno y los días de nubes de primavera. Una losa de marmol con las dos fechas de rigor plantada en el suelo advierte que fulano de tal descansa dos metros por debajo.

Los cementerios de Europa son diferentes. Trazados a escuadra y cartabón, dibujan calles, amontonan nichos, y en ellos queda el recuerdo desperdigado de panteones góticos, renacentistas, barrocos, neoclásicos. Nada que ver.

El cementerio de Budapest es enorme. Los nichos, de 20x20x20, para cenizas, algunas tumbas en tierra - las hay de gusto exquisito, llenas de enredaderas que engarzan sus ramas a los nombre grabados en el mármol. Otras, con obeliscos ridículamente pequeños para la pretendida grandeza sobre la que se levantan; otras, con ángeles que, aunque asexuados, tienen dos montañitas muy proporcionadas a dos cuatras de las caderas.

Hay también una interesante parcela para recordar a los turcos que murieron en el 17, a las órdenes del sultán, en las filas del imperio, durante la I Guerra Mundial. Una columna (¿dórica?), de la que cuelga una ligera girnalda, se erige en un pedestal muy digno con una suave inscripción, flanqueda por las banderas turca y húngara.

Si me acerqué al cementerio fue para ver las luminarias del día de Todos los Santos. Mezcla de morbo y esoterismo, me atraía la estampa de un camposando iluminado por el hálito anaranjado de las llamas de las velas.

Y, ¿qué me encuentro? Mercaderes. Las avenidas que van a dar a las puestras del cementerio las habían ocupado floristas, cereros, marmolistas, hasta carritos de lazos salados, hot-dogs, hamburguesas y refrescos. Los ramos de gladiolos, rosas, jacintos, se mezclaban en un orgía multicolor poco apropiada para la escena. Gritaban ofertas y precios, narcisos bonitos, me quedo sin ellos, al rico perrito, oiga, al rico perrito. Restaurantes itinerantes, con estructuras de chapa desmontables, ofrecían comidas de cuchara y cerveza a 140 florines la jarra.

Tras los muros, pensé, es reino de clama y respeto. Tras los muros, descubrí, es el mismo reino de los hombres: más flores, velas y mármoles a la venta. Eso sí, no había viandas para comprar: se habían sustituido por un cartel con los precios de nicho o parcelita. Al año. Para los previsores.

¿Qué pensarán los muertos? Algo menos que los reos de la cárcel, que hace pared con el cementerio. Las voces y el trajín habrán roto la monotonía de su presidio. Los privados de libertad estarán disfrutando de los ruidos que provocan los privados del todo. Los de un lado están tan encerrados como los del otro. Pero tras las rejas llega le brillo de las voces y las velas, no tras la tierra.

Nota: Estuve buscando la tumba de Puskas. Me indicaron que no estaba ahí, que su cuerpo descansa en una catedral.