1/6/09

El auténtico dobermann

Quedan apenas días para que se cierre la campaña de las europeas. Los políticos de todos los colores gastan los últimos cartuchos de sus cananas de márquetin electoral. Cartuchos de unas escopetas nunca peor apuntadas a Bruselas - a 27 blancos como 27 capitales disparan los contendientes.

En Hungría, como en España, como en Alemania, como en el Reino Unido... los partidos hacen campaña con los discursos centrados en las gestiones domésticas de los gobiernos. La crisis internacional se está demostrando por los partidos de la oposición como nada más que una suma de crisis nacionales. Les falta razón: la disminución de los flujos de intercambio y de capitales, la falta de liquidez y, lo que es peor, de confianza, en los sistemas financieros y en los mercados es una realidad global contra la que los gobiernos poco pueden maniobrar.

No obstante, los gobiernos sí han tenido margen para actuar y adaptar la crisis a las condiciones nacionales. En términos de desempleo en los países occidentales, España ha pasado del 8.8% de diciembre al 17.4% de marzo, mientras que Francia lo ha hecho del 7.7 al 8.8, Alemania del 7.9 al 7.6 y Reino Unido del 5 al 6.6 en el mismo periodo(Organización Internacional del Trabajo, Bloomberg, Newsweek).

En estas condiciones, las campañas se vuelven deshonestas y sucias. El PSOE emitió en 1996 un spot de campaña con un dobermann simbolizando a la derecha cavernaria (en palabras de Alfonso Guerra, esa fuente inagotable de perlas exquisitas) que bien podía morder los intereses de los españoles. Ahora saca a los versus, la voracidad de la derechona y sus ansias de quitar derechos a los trabajadores, hasta a un pelón que enseña los dientes y que dice que los homosexuales son enfermos.

Esa derecha cavernaria no es la derecha democrática contra la que ese vídeo y esa campaña se han editado. El auténtico dobermann se ha alimentado del fracaso de unas políticas sociales que han primado el subsidio por encima del empleo, que han penalizado el éxito arrastrando la productividad. Y ahora pretende restringir el mercado.

Cuando el socialista Gordon Brown dijo aquello de "British jobs for British people" (puestos de trabajo británicos para los británicos), recordemos, en un espacio europeo de libre circulación de trabajadores, no hizo más que dar alas al Partido Nacionalista Británico. El BNP (por sus siglas en inglés) viene sacando pecho desde la crisis de las refinerías y ganando adeptos para su causa con su discurso racista. Los gastos de los parlamentarios de Westminster también les ayuda. Sacarán asientos en Bruselas los dobermann.

Otros dobermann, más rabiosos, son los magyares. La agrupación ultranacionalista Jobbik ("el mejor", en húngaro) puede colocarse en tercer lugar en los resultados del próximo día siete, tras conservadores y socialistas, en los comicios europeos. Hasta el eterno tercer partido del parlamento de Budapest, los liberal-demócratas, piden el voto como tercera fuerza como contrapeso de Jobbik.

Jobbik tiene un programa sencillísimo. Tres puntos: trabajos húngaros para los húngaros (¿déjà vu?), pena de muerte y la creación de un cuerpo especial de policía para vigilar a los gitanos. "Nuestro gobierno les da subsidios de desempleo y ellos nos lanzan la bomba de la población: cada vez más niños, cada vez más gitanos" vienen a decir estos pretendidos mejores. Cualquier suceso que incluya a un "gipsy" en el titular se amplifica. Los casos de asaltos y de revueltas contra la comunidad gitana, especialmente significativa en Hungría, suben como la espuma. Cada vez más, gitanos de Hungría y de República Checa hacen cola en las embajadas de Canadá pidiendo asilo. En la Europa de los Derechos.

Los gobiernos húngaro, británico, español... no han sabido dar una respuesta a la crisis económica. Ni en términos económicos (en Hungría especialmente, con la cabeza del premier en bandeja), ni, lo que es peor, en términos sociales. La falta de trabajo empuja a muchos a disfrazarse de uniforme - y es que Jobbik tiene autorización para organizarse con estructura militar, con sus escuadras y marchas marciales - mientras algunos señalan a la víctima como al victimario.

Un dobermann anda suelto. Y su amo, cruel, le ha aflojado la correa.