25/5/09

No-Kissing policy

Parece que nada es imprescindible. Todo es contingente, susceptible de ser cambiado, anulado, sublimado a las necesidades (por cierto, contingentes, susceptibles de ser cambiadas...). Hasta lo que hoy se considera impepinable, bien puede diluirse en las aguas turbias de la necesidad. Hasta las relaciones humanas, hasta los besos. Manda huevos.

Esta moda estúpida se ha venido a llamar política de empresa e impide a los subordinados besar. Ni al novio ni a la novia. Ni al marido ni a la esposa ni a la querida. Nada de besos delante de los clientes, ni a espaldas de ellos, ni a su izquierda, ni a su derecha. Pueden considerarlo ofensivo o como una pérdida de atención a sus necesidades (contingentes,...), o como una falta de respeto. Estos capullos tienen siempre la razón.

Mentira cochina. Según un experto consultado al afecto, algunos negocios llegan al extremo para evitar cualquier denuncia, externa o interna, de acoso sexual. El que escribe, que no tenía intención de denunciar a empresa ninguna, ni desde dentro ni desde fuera, ni mucho menos, se tuvo que ir a casa con un modesto apretón de manos y una explicación tan poderosa como tocapelotas. Y con varias cervezas de más - en algo había que entretenerse, digo yo.

Decía un maestro (uno muy bueno, por cierto) que algunos de sus colegas tenían miedo a darle un beso o un abrazo a un muchacho, no fuese que los padres vayan a ir diciendo por ahí o, peor, a denunciarles. El miedo les lleva a morderse los puños de impotencia por no poder arropar a un muchacho que puede necesitar ese cobijo.

A ese nivel se están reduciendo las relaciones personales.

Vivimos en un mundo acelerado. Nos las hemos arreglado para reunirnos sin estar en la misma habitación. Mantenemos familias y amistades, da igual donde vivan, por medio de emails, llamadas de teléfono. Los hay que hasta se bajan los pantalones con los pop-ups. Mientras en la empresa no nos dejan besarnos cuando nos peta; no podemos permitirnos abrazar a un muchacho, por mucho que lo precise.

Mientras la locura no pase a pandemia o a, mucho peor, norma respetable, razonada e incontestable, abracen, besen, toquen. Sientan. Vivan.

5/5/09

Carta a la SGAE

Ya han cobrado sus miserables 5.000 euros. Miserable no por la cantidad, si no por la bajeza con que han mandado a su mamporrero a por la suma. La SGAE se luce de nuevo. Esta es la carta que les he remitido hoy a referencia del cobro "de lo suyo" a la familia de un niño enfermo que busca una solución al síndrome de Alexander.

Que lo disfruten:

Estimados (aunque no merezcan ninguna estima) Señores:

Me pongo en contacto con ustedes después de haber leído las informaciones sobre su actitud en el caso del concierto de David Bisbal a beneficio de la familia de Juanma, el niño que padece síndrome de Alexander.

De los 50.000 euros que recaudaron, solicitaron su diezmo en concepto de derechos de autor. Si no los daban por adelantado no habría concierto. Es mi mensaje comunicarles que han cometido un error tremendo. Un error que bien debería costar el puesto de todos ustedes y, si me apuran, la sociedad misma.

Ustedes, que se han autoproclamado, en virtud de no sé qué, defensores últimos de la reserva cultural de España, mandan al hombre del saco (saco o bolsa de monedas) a cobrar a una ama de casa y a un camionero que han gastado ruedas, energías, dineros... para salvar la vida de su hijo.

La esperanza de esa familía está en las manos de un laboratorio universitario estadounidense que desarrolla los fármacos que bien pueden ser la solución, más o menos remota, a la enfermedad del niño. No hace falta ir a Salamanca para comprender que la investigación y análisis de esas medicinas cuesta dinero. Piensen, si tienen tiempo entre resaca y resaca de la borrachera de cartera ministerial que tienen, si lo que han hecho es proporcionado o aceptable.

Ustedes, erre que erre, mandan al cobrador a pasarles la minuta a la familia. Y tienen la desfachatez de decir que no hacen más que cumplir su trabajo. Su trabajo es, recuerden, en este caso, robar y faltar al respeto la buena voluntad de los que intentan, con lo poco que tienen, ayudar al chaval.

Hablan de los derechos de los que componen, de la dignidad de los que escriben, de la solidaridad con los que crean. Bajen del guindo y comprendan los derechos de Juanma a vivir y a buscar una solución a su mal; entiendan la dignidad de una familia y un pueblo que han pasedo huchas de puerta a puerta y han dado vuelta a sus bolsillos. Y no soliciten solidaridad que se me llevan los demonios.

La música amansa a las fieras, y en este caso daba esperanzas a una familia a la que le quedan pocas. Bien podrían ustedes escuchar alguna cancioncita (les recomiendo contenido con licencia Creative Commons, que es estupendo), bajar la guardia, feroces cancerberos, y no dar ese espectáculo soez y bajo al que nos tienen acostumbrados.

Reciban un cordial saludo. Que tengan un buen día y la conciencia, o lo que les quede de ella, revuelta,
Fernando Luengo