15/12/08

Fondos bajos

Dos tipos de vía urbana son los que el peatón de Budapest tiene a disposición para caminar: las utca, calles y travesías pequeñas, y las út, avenidas y bulevares de mayor entidad. Para cruzar una de estas út existen túneles y pasos subterráneos que generalmente discurren bajo las tér (plazas, glorietas) y coinciden con los accesos al metro.

Estas galerías sirven de punto de encuentro, de refugio en caso de lluvia, de dormitorio..., polifacéticas y multiusos, se puede encontrar a gitanas que venden chocolatinas a grito pelado o que piden limosna para una inexistente asociación benéfica o protectora de animales abandonados o para un hijo ciego; a hortelanos con gorros forrados de piel de chivo que ofercen, en silencio, pimientos verdes, rojos y amarillos; a una pareja de ancianos, bajitos, que se calan sus sombreros de ala corta y tocan violín y acordeón, sonriendo; a viejitas que se cubren la cabeza con pañuelo y venden flores, ramitos, chucherías, guantes.

Los que no faltan a su cita con el paso subterráneo son los borrachos, los mendigos o la combinación de ambos. Han hecho de las galería su refugio, su castillo, donde duermen, piden limosnas, cantan, pelean, gritan, lloran, se consuelan, ríen, vuelven a llorar, vuelven a reir. Su actitud es indiferente al trasiego de viandantes y sus prisas, a los tropiezos y descalabros de sus compañeros.

Tal es así que incluso cuando alguien se atreve a ocupar su reino a medio camino del inframundo actúan como si con ellos no tuviera que ver, como si todo lo que ocurre en su caverna fuese poco menos que irreal y ficticio, irrelevante para unas vidas por las que el tiempo dejó de correr y contar.

Se apostaron un grupo de apóstoles-artistas, predicadores ambulantes con una cruz de madera desmontable (que, como los aparatos de gimnasia de las tele-tiendas, bien puede recogerse debajo de la cama) remachada de clavos en los que colgaban carteles, "sida", "depravación", estratégicamente salpicados de pintura roja para darle el toque de realismo, que se decían miembros de la iglesia del Espíruto Santísimo del Novísimo Evangelio de la Voz Viva, o algo parecido en nombre e hilaridad, en intento de sumar acólitos y atraer adeptos a su secta. Llamaban a los que cazaban de tú, les contaban sobre sus experiencias carismáticas personales en los conventículos de su comunidad e informaban del lugar y horas de reunión para la comunión, animando a acercarse para descubrir un poco más sobre la única verdad del mundo que no está más que en las notas al pie de sus biblias.

En estas estaban los predicadores, hablando del amor del Hijo y de la benevolencia del Padre, cuando, ante su asombro, uno de tantos pobres diablos, cuajado de tiñas y bronceado de mugre, con dirección postal en el paso subterráneo, se cagó en los pantalones y, sentado, se ayudó de sus brazos para cruzar de una punta a otra la galería, arrastrándose y fregado el suelo de mierda. Atónitos miraban cómo pudo realizar tal proeza, de dónde sacaría las fuerzas, impotentes al ver que la clientela se espantaba a medida que el olor se hacía insoportable.

Se levantó el borracho con la gravedad de sus heces tirándole hacia el suelo, se apoyó en una columna y se quedó dormido. Los predicadores recogieron los bártulos y devolvieron su espacio a las gitanas del chocolate y a la del hijo ciego, al dúo de viejos del violín y acordeón, a las de las de las flores, al trajín de viajeros. Se fueron los que nos invitaban a salir del mundo de las sombras para ver la luz, y con su marcha, empezamos a ver. A ver como ven los topos y las lombrices. Platón a muerto.

11/12/08

La tribu

Cada día, de camino a casa, en uno de los tres cambios de autobús o tranvía, el que escribe se encuentra siempre con la misma fauna. Puntuales, las viejas con perlas de nácar y tocados del esplendor pasado, los pelones con los discursos ardientes y apolillados de Hitler en la melodía de sus teléfonos, los borrachos con barba semanera, los yuppies junior con sus attachés de piel y plumas Mont Blanc... y yo, tomamos el bus 85, en Örs vezér tere, con destino a Köbánya-Kispest, a las 17:30.

Me fijo en la pareja de góticos que se sientan siempre en la tercera fila de asientos. Él, con la melana suelta dando forma a los hombros, ocupa la plaza de pasillo. Su compañera, adornada con una estrella invertida enmarcada en un pentágono, con unos ojos verdes de ninfa que miran desde la profundidad de su maquillaje, se distrae con la vista de la ventanilla en los descanso que le dan al amor.

Y me doy cuenta de la capacidad de las mujeres para que parezca como si las cosas más antiguas del mundo las acabasen de inventar ellas mismas. De lo burro que serían los machos si no fuese porque, al final, la batuta la tienen ellas.

Los días que se dan a la pasión, ella marca el paso. Como todas. Los días que arruga el ceño, que dice no me vengas esas, que por qué le miras el trasero a la otra... se enfurruña, le da el hombro a falta de lugar para la espalda, dice que no hay tu tía, y responde con monosílabos -y eso que no hay forma de decir sí en húngaro si no es con las dos sílabas i-gen- a las súplicas del otro . Como todas.

Todas las tribus, las de aquí y las de allá, comparten mecanismos. Como las madres, va a resultar que tribu no hay más que una.

2/12/08

Récord mundial

No precisa de antenas en su azotea para convertirse en el edificio más alto del mundo, título que ostenta por casi veinte años años. No es el Taipei 101 de Taiwan, ni las Petronas de Kuala Lumpur. El Bjur de Dubai nunca alcanzará esa altura. Está en Pécs, al sur de Hungría, y es efectivamente el edificio más alto del mundo, con la condición de que sea el edificio más absurdo, inutil e irracional que haya parido la mesa de un arquitecto.

A mediados de los sesenta, en una demostración de innovación sin precedentes, ingenieros húngaros desvelaron al mundo la que sin duda sería la novísima y sin par revolución en las tecnicas de construcción de la centuria presente y de las que estuvieran por venir. La piedra filosofal de la arquitectura, una nueva forma de concebir viviendas. Un nuevo triunfo del pensamiento socialista, un hito en la historia de la ciencia proletaria. Ladrillos a base de arena compactada.

Las cabezas pensantes se coronaron con laureles. Sacaban pecho al tiempo que metían tripa para recibir medallas e insignias. Lo habían conseguido. Con esa nueva idea, levantar rascacielos más altos que los de occidente sería mucho más fácil. Para construir viviendas sólo se necesitarían bravos y tenaces obreros socialistas, nunca más habría que depender del precio de los ladrillos cocidos.

Parecía que hubiesen inventado un ingenio parecido a la pólvora, o la pólvora misma. Mucho más que la pólvora. Se apresuraron a producir ladrillos de arena en masa. Los aplicaron a las viviendas de protección, a los colegios, a los museos, a los hospitales, a las oficinas.

La realidad, tozuda y, pensarían, contrarrevolucionaria, demostró la evidencia. Un edificio a base arena, por muy compactada que esté, no deja de ser arena. Se comprobó que las estructuras levantadas con la nueva técnica eran porosos castillos de naipes, vulnerables a la lluvia, inseguros para sus ocupantes. Y tuvieron que vaciarlos y clausurarlos.

Tiene 25 plantas, 25, desocupadas desde los 80, en las que se han invertido millones para evitar que se desplomen. La policía vigila en las puertas que nadie vaya a meterse en esa trampa de arena. El ayuntamiento de la ciudad colgó el cartel de se vende hace un año, y sigue a la espera de que algún incauto compre una duna con habitaciones. Mientras se cae o deja de caerse, Pécs está en el Guinness. El Guinness de la tontería.

29/11/08

Los cuervos

No le dio tiempo al otońo de extender su moqueta de marrones, rojos, naranjas y amarillos por la ciudad. La alfombra de hojas que se extendía por los jardincitos seguía deshilachada, esperando que acabasen de caer los retales que seguían colgados a los árboles. Se quedará lamentablemente inconclusa. El invierno ha llegado con toda su furia de nieve y ha alicatado parques y pavimentos de baldosas blancas de hielo.

Me senté a esperar que la lluvia mariquita vestida de novia (żde quién es esta greguería?) se cansase de esperar al pretendiente que nuca llegaría y se desvaneciese entre la tierra, permitiendo al otońo seguir con su delicada labor textil. Pues se ha aferrado al suelo, despechada, esperando a la sal o a la muerte para irse de luna de miel. Mientras, sólo los cuervos se atreven a pasear por el merengue de entre los castańos.

Jamás hube visto tantos, tan grandes, de plumas tan negras que brillan con reflejos azul marino. En la noche es fácil verlos por la oscura fosforescencia de su plumaje. No graznan, chillan. Se quejan por todo, ya vuelen o salten de montón de nieve a montón de nieve en busca de un bocado. Parece como si les saliese la voz desde unas profundidades que no le permite su envergadura, como si las patas los conectasen a alguna caja de resonancia enterrada a dos metros bajo tierra.

A la mańana se apostan en las ramas de los árboles, pacientes, esperando que caigan los frutos del otońo y devorarlos. Mientras aguardan el sonido de las castańas contra el suelo, no dudan en miran desafiantes a los valientes que pasean. Y miran desde el vacío de sus cuencas de ébano. Y miran a los ojos. Es un pájaro bastante macarra.

Vuelan en bandadas de millones. Minutos antes de que salga Venus, se adelantan y recorren la ciudad de punta a punta, como un nubarrón, como una plaga, como una lona, tapan la poca luz que queda. Y siguen luego tan panchos, tan felices, tan macarras, gritando de montón de nieve en montón de nieve y mirando, desafiantes, a los ojos.

27/11/08

The Time Of Silence

(As a suggestion from some of my friends, there is an English version of one of the posts below)

When the metro lines of Budapest started to be designed, dozens of liters of Palinka were drunk by engineers and politicians. At least, it seems it was like this. There are only three lines and all them converge on a single point, Deák Ferenc Tér. To travel from Könbanya-Kispest to Örs Vezet tere means passing through 17 stops along 16 kilometres. The real distance between these two locations is plus-minus 3 Km.

It is also weird how the access from the entrance of the stops to the platforms was designed: In many cases, there is a single escalator. It may take more than a minute to get into the train on the lazy mechanic movement of the staircase.

But the strangest thing, the one without any explanation, is the silence. It was Wednesday, 8 am, at Deák Ferenc tér. Vagons moved along the railway as cans of sardines in the conveyor belt of the factories: millimetrically full. Only the voice from the PA interrupted the silent fog among the travellers. The sound of the shoes, the walks was the only noise at the platform. No words, no laughs, no cries...Shoal of fishes in the deep ocean they seemed. Many may say it was because it was early morning of a working day. The same silence prevailed at 10 am on a Saturday night.

The kingdom of silence does not extend all along the tube system. There are some metro stops where a storm of noise, voices, music... has its independent republic. It is the case of Klinikák in the VIIIth district. Close to this station the university hospital and the Medical University are located. That's why most of the students use Klinikák station to go and come to their classes. Many of them are exchange students, from all over the world, and they all speak a mix of Hungarian, French, German, English... Americans, Europeans, Africans, Asians... A patchwork of coloured skins, a mixture of accents takes place at this very station. And many of them have decided to move to the district.

The VIIIth disctrict is now recovering from years of the most silent illness. Located in the border of the centre of the town and new Pest, the neighbourhood was historically a place for crime, procurers, jonkies, drug-dealers, prostitutes... Underworld of deep voices. Nowadays the price of the condos in the area is raising as long as students are moving here. Grey colours change into those of the rainbow. The silent depth yells and quiet screams are getting out of the score. The happy witty laughs are becoming the main orchestra of the concert. Piano, andante ma non troppo, allegro... Holy noise.

26/11/08

La guerra del fútbol

No se habla aquí ni de El Salvador ni de Honduras. No hay mención para las rondas clasificatorias del mundial de Méjico´70. No se toca tampoco a la United Fruit Company ni a los derechos de los campesinos.

Tiene que ver con la guerra que húngaros de dentro y de fuera y vecinos mantienen. Con la crisis diplomática que se ha abierto a la sazón de un partido de fútbol de la liga eslovaca. A fecha de 1 de noviembre, el Slovan de Bratislava jugó un partido de poca trascendencia – según los entendidos- contra el conjunto local de Dunajská Streda , al sur de Eslovaquia. Pese a la poca miga que se jugaba en el encuentro, 1.000 policías se desplegaron para vigilar un estadio de 10.000 asientos.

El resultado final fue de arrestos, porrazos, golpes, cargas a caballo. Los balones no eran ni de marca ni de cuero, eran pelotas de goma. Nadie se preocupa de los goles que se marcaron. Vlad, eslovaco de Brno, relata los hechos. “Aficionados de origen húngaro llegaron al partido con ganas de armar bronca. Llevaban los símbolos de la Gran Hungría, cantaban a la tierra que dicen suya, que en realidad es Eslovaquia, y luego ser liaron a cantazos con los autobuses de los hinchas del Slovan.”

Los húngaros dicen que la cosa no ocurrió tan así, que la policía se descargó con la hinchada húngara por eso mismo, por ser húngara. Un millar de aquellos que recordaban a los héroes del pasado (ver más abajo) se concentró a las puertas de la embajada eslovaca en Budapest a quemar banderas, a levantar estandartes de la Gran Hungría de antes del diluvio, a olerse la testosterona.

Al sur de Eslovaquia, al igual que al sureste de Ucrania o al este de Rumanía vive la diáspora húngara, los que se quedaron fuera de las fronteras que en el Tratado de Trianón trazasen los vencedores de la Gran Guerra. Los territorios de Transilvania, Eslovaquia, las regiones del sur que se extendían por Croacia o Serbia, se separaron de Hungría. Perdió su enlace con el mar y se aisló en la duda de ser centroeuropea o del este. Cómo sería que al poder llegó en los felices 20 un almirante sin flota regente de un reino sin rey.

Le pregunto a Szusza, profesora de inglés con acento de Irlanda, nieta de rusos y con primos en los cinco continentes, estudiante de sociología en los tiempos en los que la ciencia social estaba prohibida por el socialismo, qué es lo que está ocurriendo en las fronteras de Hungría. Dice que las heridas que en Trianón se abrieron fueron tales que mucha gente sigue recordándolo – porque sigue viva. Que los traumas para la población que se vio desvinculada y luego perseguida siguen sin cura. Que los arreglos posteriores han sido arreglos, no soluciones (como fueron los trasvases de poblaciones sin respeto por más propiedad que los zapatos). Y que durante mucho tiempo no se brindaba con cerveza porque los que suscribieron el pacto de 1920 lo hicieron con espumosa rubia.

No ha mucho se convocó a los húngaros a un referendo sobre el estatus de aquellos que viven extramuros. A la pregunta: ¿Les damos pasaporte y nacionalidad a los de fuera?, los nacionales dijeron NO. Por ese resultado hizo campaña el actual primer ministro (socialista), aduciendo que “vendrían en masa a quitarnos el trabajo”. Es de roja directa.

Los ministros y plenipotenciarios de una y otra nación se han reunido para solventar el asunto. Habrán acordado algo en el marco de la úe, del fondo de cohesión o del comité de las regiones. Están, como lo estarán siempre, fuera de juego. Mientras, a los húngaros de fuera no se los quiere dentro. A los de dentro no se los quiere fuera. Pi, pi, piiiiii. Final del partido.

17/11/08

Armenia

Va a sonar a chiste. Un inglés, un alemán, un español y un armenio se sientan en la cafetería de un hotel de tercera a hablar del servicio militar en sus países.
- Tuvimos el primer ejército profesional de la historia -se pavonea el inglés-. Eso es ya de la generación de mis padres.
El español:
- Creo que son diez los años que llevamos sin "mili". Estábamos obligados a tener un ejército profesional desde que entramos en la OTAN.
- Pues en Alemania seguimos teniendo servicio militar, que es obligatorio para todos los chicos, pero pueden evitarlo con un servicio civil.
Turno para el armenio.
- En Armenia el servicio militar es forzado y dura dos años. Los que intentan evadirlo pasan cinco años en la cárcel.

Lillit es de Ereván y cuenta que su hermano está a punto de volver de la mili. Esta destinado en Karabaj (montañas, en armenio), que oficialmente es territorio azerí. En 1988, Moscú declaró la región de Nagorno-Karabaj parte de Armenia y, tras el colapso de la URSS se intentó reintegrarla en Azerbayán. En el 91, Nagorno-Karabaj, con el apoyo de Armenia, declaró su independencia y estalló una guerra que se dilataría cuatro años y que acabó con un saldo total de 20.000 muertos y un millón de desplazados.

- Armenia ganó la guerra, pero nadie quiere reconocernos el territorio...
- El derecho internacional es claro: ningún territorio tomado por la fuerza será reconocido - le espeta el alemán.
- Ya. Pero la actual Armenia es un 25% de nuestro territorio real. Sin Nagorno, un 20. Cada mes tenemos titulares de algún soldado muerto en la región. Nuestros enemigos son nuestros vecinos, y si no nos defendemos Armenia acabará desapareciendo.

Dice Lillit que su hermano manda cartas, que se acuerda mucho de su familia y que a veces tiene miedo.

- Estarás deseosa de que vuelva.
- El pobre está muy asustado. Pero entiendo que deba estar donde está. Si, llegado el caso, tuviese que ir a la guerra, no le gustaría nada. Pero, si no va él, a mí no me importaría coger un arma y defender mi país.

La conversación ha subido de tono y sobre la mesa se extiende una nube gris, de tensión y tormenta. Se apuran los cafés, se menean los posos y, tras un saludo cordial y una sonrisa de rigor, cada uno decide retirase a su cuarto. No es un asunto de chiste.

7/11/08

La Democracia en América

La noche del martes al miércoles la pasé en vela. Los mosquitos, que no respetan ni los rigores del otoño centroeuropeo, zumbaban alrededor de mis oídos. Hay razones para estar alerta contra estos vampiros dípteros: en 2001 chuparon la sangre y, por defecto, el alma, de algunos rumanos al infectarles con la meningoencefalitis vírica del oeste del Nilo.

Para estar despierto contra la amenza alada, me tapé hasta la barbilla con mi saco de dormir y encendí mi radio ¡Oh, mi fiel BBC World Service! Daba resultados en tiempo real, de Colorado a Florida, de New Mexico a North Carolina. Polls, results... Tenían corresponsales en Phoenix, en Chicago, en Washington... Hasta los había desplazados en Kenia, en el pueblo de la yaya del senador por Illinois, reportando los rezos y los bailes y los cantos (los tam-tam de la aldea global, digo yo) de los afro-africanos que invocaban dioses, espíritus, para la victoria de Mr. Obama ¡Qué despliegue de medios!¡Qué envidia!

Pero hubo un momento en que parecía que la respetabilidad de la Corporation se iba a ir al garete. A eso de las 3 Greenwich la euforía se hizo del estudio de la BBC del D.C. La profesora de UCLA, el ex primer ministro de Indonesia (?), el economista de London... todos invitados a comentar en tertulia, se pintaron de azul y de sol sobre labor. Advocates for Change, they seemed. Temía que cayesen en los mismos errores que otrora cometiese cierto diario. Es el riesgo de abrir primera con editoriales.

A las 3:30 GMT Virginia se pintó, por primera vez en cuarenta años, de azul. McCain, con sus eses silbadas, reconocía la victoria a su contrincante. Obama, todo un mesié le presidán, arengaba a sus seguidores con su "yes, we can", al final de cada frase.

Y ahí se quedó la cosa. Siguieron contando, recontando... Y yo me dormí. Horas más tarde (caí de sueño albente caelo) pregunté a una húngara, "y ¿qué te parece?"
- ¿que me parece el qué?
- ¿qué va a ser?
- No sé
- La victoria de Obama, mujer.
- ¿Ha ganado Obama? Hungría es un país chico, demasiado chico para que nos interese los quién-gana-qué.

Y me hizo pensar ¿Es España tan grande como para enredarse en esos debates?¿En qué nos afecta? Se dice que desde que los USA son el gobierno del mundo, todo el mundo debería tener derecho de voto. Y pensé a quién tendría que haber votado. Si fuese Joe the Plumber, a McCain; si fuese un empleado de una térmica de carbón, a Obama; si fuese un evangelista pro-vida a Sarah Palin... que me diga, a John McCain; si tuviese una plantación de maiz en Ohio, a Barack.

Pero soy español trabajando en Hungría, un país chico ¿A quién hubiese votado? No creo que con el economic meltdown y el market turmoil, en palabras de Zapatero, problema estrictamente de los tiburones neocons, tengan demasiado tiempo en hacer política exterior. The economy, stupid! se decía en la corte del rey Clinton. Estas elecciones tuvieron su epicentro en la economía, y los demás asuntos (war on terror, Pakistán, Cuba...) han sido elegantemente centrifugados.

¿Debía haber votado el mundo? En estas, el mundo ni pinchaba ni cortaba. Lo que Hungría. El mundo es demasiado chico.

Ahora, para los que me conocen y me leen (que son pocos, pero se lo agradezco) les ofrezco lo que yo opino: En enero jura Obama, la señorita Pelosi es dueña del House of Representatives, es azul también el Senado ¿Demasiado poder en un mismo partido? ¿Dónde los checks & balances? Tocqueville quiso escribir una ensayito sobre la democracia en América en 1835, y acabó redactando un mamotreto infumable. En una frase: liberales del XIX, cuidado con tanta democracia, no sea que el monstruo se convierta en un Saturno que , después de darle matarile a sus hijos, se acabe merendado así mismo de postre. Antes de cualquier comentario, pongan a Tocqueville en perspectiva.

No me pareció bien que McCain girase tras la primarias del centro a la derecha evangelista de Palin (una señora que duda de la existencia de los dinosaurios...), y por eso merecía la derrota. El cambio es positivo cuando se sabe lo que se quiere cambiar, y mucho me temo que Mr. Obama va a experimentar con pólvora - no se puede dudar, menos ahora, de la estrategia Petraeus para los bochinches en los que se ha metido EEUU. En su favor debo decir que para ayatolás y otros iluminados va a ser difícil llamar a un país "Great Satan" si el segundo nombre de su presidente es Hussein.

Entiendo que la fuerza de Obama y su mensaje de cambio haya llegado al viejo continente, pero no entiendo que haya calado tan profundo. Aunque fuerte, no es Hércules, ni va a poder mover arroyos para limpiar la mierda de los establos. Mucho menos los establos ajenos ¿Alguien pensó, por algún momento, que Obama iba a meter a EEUU en la Unión Europea?

Mi candidato, al principio, fue Ron Paul, un replicano de Texas, que está por enterrar la forma de hacer política del republicanismo del siglo XX y volver a los orígenes, a Jefferson. A dar valor a al término republicano, a entender la República como hombres, no como territorios, a la libertad, a la política exterior basada en la diplomacia (eso no incluye ni a Wilson ni a Kishinger), no en el mesianismo... en definitiva, a lo que se llamó "legalizar la Constitución".

La cuestión racial me cansa. Dos secretarios de Estado, dos, ha tenido George W. Bush: Collin Powell y Condolezza Rice. Y no eran blancos. Es una nueva forma de hacer política que recorre el mundo y que me aterra. El de hacer concesiones, gestos, llamamientos... a las minorías. Véase la elección de Palin para McCain, la forma en la que el alcalde de Berlín llegó al consistorio, etecé. Se llama "a romper techos de cristal": que los hay, los hacemos gruesos y luego, con taladro de dentista, hacemos el paripé de querer rajarlos; que no los hay, se busca la forma de ponerlos. Me parece obsceno hacer política en base al recuento y no al interés. Es la vuelta de tuerca de la Realpolitik: se deja el ideal hasta en campaña.

3/11/08

Los mercaderes en el templo

No soy de visitar los cementerios. Dicen que en América las familias van a las necrópolis los domingos de pic-nic, que son lugares para pasear los días de sol de invierno y los días de nubes de primavera. Una losa de marmol con las dos fechas de rigor plantada en el suelo advierte que fulano de tal descansa dos metros por debajo.

Los cementerios de Europa son diferentes. Trazados a escuadra y cartabón, dibujan calles, amontonan nichos, y en ellos queda el recuerdo desperdigado de panteones góticos, renacentistas, barrocos, neoclásicos. Nada que ver.

El cementerio de Budapest es enorme. Los nichos, de 20x20x20, para cenizas, algunas tumbas en tierra - las hay de gusto exquisito, llenas de enredaderas que engarzan sus ramas a los nombre grabados en el mármol. Otras, con obeliscos ridículamente pequeños para la pretendida grandeza sobre la que se levantan; otras, con ángeles que, aunque asexuados, tienen dos montañitas muy proporcionadas a dos cuatras de las caderas.

Hay también una interesante parcela para recordar a los turcos que murieron en el 17, a las órdenes del sultán, en las filas del imperio, durante la I Guerra Mundial. Una columna (¿dórica?), de la que cuelga una ligera girnalda, se erige en un pedestal muy digno con una suave inscripción, flanqueda por las banderas turca y húngara.

Si me acerqué al cementerio fue para ver las luminarias del día de Todos los Santos. Mezcla de morbo y esoterismo, me atraía la estampa de un camposando iluminado por el hálito anaranjado de las llamas de las velas.

Y, ¿qué me encuentro? Mercaderes. Las avenidas que van a dar a las puestras del cementerio las habían ocupado floristas, cereros, marmolistas, hasta carritos de lazos salados, hot-dogs, hamburguesas y refrescos. Los ramos de gladiolos, rosas, jacintos, se mezclaban en un orgía multicolor poco apropiada para la escena. Gritaban ofertas y precios, narcisos bonitos, me quedo sin ellos, al rico perrito, oiga, al rico perrito. Restaurantes itinerantes, con estructuras de chapa desmontables, ofrecían comidas de cuchara y cerveza a 140 florines la jarra.

Tras los muros, pensé, es reino de clama y respeto. Tras los muros, descubrí, es el mismo reino de los hombres: más flores, velas y mármoles a la venta. Eso sí, no había viandas para comprar: se habían sustituido por un cartel con los precios de nicho o parcelita. Al año. Para los previsores.

¿Qué pensarán los muertos? Algo menos que los reos de la cárcel, que hace pared con el cementerio. Las voces y el trajín habrán roto la monotonía de su presidio. Los privados de libertad estarán disfrutando de los ruidos que provocan los privados del todo. Los de un lado están tan encerrados como los del otro. Pero tras las rejas llega le brillo de las voces y las velas, no tras la tierra.

Nota: Estuve buscando la tumba de Puskas. Me indicaron que no estaba ahí, que su cuerpo descansa en una catedral.

30/10/08

La crisis y los perros

25 mil millones de Dólares, de vellón, ha recibido Hungría de la Unión Europa, del Fondo Monetario y del Banco Mundial. Como compañeros de viaje, Ucrania e Islandia: extraña combinación. Si ha recibido la pasta es para reactivar la actividad de los mercados financieros, dar confianza a los inversores, mantener una adecuada liquidez interna, asegurar el crecimiento en el corto plazo y demostrar su potencial en el largo. Dominique Strauss-Khan, Director General del FMI, dixit.

¿Qué tienen en común la velocidad con el tocino? lo mismo que el déficit de la economía húngara con su estabilidad: que se desbocan los primeros, se revuelcan los segundos.En los felices noventa, desoyendo parábolas de cigarras o anuncios de vacas flacas, los préstamos-deuda del gobierno se subieron, alegremente, hasta el 60% del PIB. El nivel de vida subía al ritmo en que se endurecía la dependencia a los mercados financieros exteriores. Con tipos de interés del Florín al 11%, inversores y familias pidieron dinero a bancos extrangeros y en Euros, Yenes, Dólares... el 85% de préstamos e hipotecas se firmó en moneda extrangera.

Se intentó recortar el gasto y dar solera a la moneda local, dijeron. La obra pública se expandió, pasando de dos autovías a cinco y media, llenas de puentes para salvar los accidentes geográficos de un país plano. Se compraron decenas de miles de bicicletas para la compañía de Correos, a unos 400€ cada una, para que el servicio fuese respetuoso con el medio ambiente - y se compraron en la empresa de uno de los sobrinos del director de Correos.

"Y no saldremos de esta."- dice Bori, maestra-"Los húngaros tenemos la conciencia de la derrota y de la pérdida. Perdimos en las dos guerras, en la revolución, y, ahora, parece que volvemos a perder en el mercado". No serán sólo cuestiones etéreas, inquiero. "La verdad, no hay conciencia entre la gente de la realidad del mercado de trabajo", revela. "Muchos creen que el trabajo les viene solo, sin moverse, sin mandar cartas, sin madrugar".

La cifra oficial de desempleo es del 6%, la que se percibe y se entiende como real roza el 10. La evolución del PIB ha pasado en cinco años del 5% al 1.8, y la inflación culebrea en ese mismo periodo entre el 6 y el 8 (Eurostat). Y se han gastado entre todos 56,357 millones de Florines en, atención, comida para gatos este año - en 2004 fueron 36,460. Cientos de mascotas (son populares los hurones) pasean a sus jóvenes amos en los suburbios a las 10 de la mañana. Lo que debería ser la hora del bocadillo es la hora en la que caga el perro.

28/10/08

En recuerdo a los héroes

20 de agosto de 1896: Hungría celebra, por todo lo alto, su Millenium. Se inauguran en Budapest palacios, museos, teatros y casas de ópera, parques, el zoológico, ...en un recorrido de la flamante segunda línea de metro de Europa que acaba en la Plaza de los héroes. Un arcángel Sab Gabriel de piedra, majestuoso, remata una columna a la que en la base se han apostado los que fuesen líderes de las siete tribus, a caballo, con bárbaras melenas, prehitóricos yelmos de asta de ciervo y amuletos paganos. Ellos fueron los héroes

23 de Octubre de 1956. Estudiantes y obreros de Budapest se concentran en la plaza de Moscú (Moskvater) bajo el liderazgo del reformista Imre Nagy. Arrancan los martillos, hoces y estrellas de las banderas y, unidos, plantan cara al comunismo. Jruschov había pronunciado el discurso secreto en el XX Congreso y se supone entre los revolucionarios que una chispa falta para encender las velas del entierro del stalinismo.

Mientras esperan la ayuda internacional, roban explosivos y empiezan la revolución. Durante los días que dura el gobierno provisional, multipartidista, se amnistía a los presos políticos, entre ellos al cardenal József Mindszenty, y se ven elecciones libres en el horizonte. Fracasan. El apoyo de occidente se limita al plano moral mientras que el Kremlin manda tanques. A 4 de noviembre, en una ofensiva sin precedentes, los instigadores son detenidos y condenados a muerte en un juicio sumarísimo. Ellos serán los héroes

Los veinte de agosto y los veintitrés de octubre son fiesta nacional en Hungría. Un pueblo que puede achacar de mucho menos de alzheimer, recuerda a sus héroes cuando tiene ocasión. Las campanas de las iglesias de Pécs, al sur, repican cada día a la misma hora en que se ganó a los Turcos y se los contuvo en Belgrado.

La memoria no les falla. A algunos les falla el tacto, la precisión y el buen gusto en ejercicio del recuerdo. 52 ańos tras la revolución de Nagy, los grupos de extremo (decir aquí derecha o izquierda no tiene ningún sentido), se reunen, marchan marciales, insultan a las decenas de antidisturbios que pretenden controlarlos, entregan panfletos en los que alertan al mundo de que, como hicieron en el pasado, los húngaros y su prole están dispuestos a seguir marchando por el orbe, piden el cambio sin proponer soluciones (hablo aquí de Hungría, no de Obama), critican al exterior como génesis de todos sus males.

Míster Griffin, del Partido Nacionalista Británico, es la estrella invitada al mitin de Jobbik, un grupúsculo ultranacionalista: "Aunque los historiadores digan que la revolución no sirvió de nada, mienten: hoy tenemos la conciencia de que el espíritu de Stalin vive, no en Moscú, si no en Bruselas"

Es la representación inversa del Angelus Novus de Klee. Miran al futuro esclavos del pasado, y al ver una mole negra en la que es inevitable sumergirse, patalean, rompen vitrinas, levantan masculinos sus largos mástiles, sacan pecho, bajan una octava en honor al himno.

No hay nada más deprimente que un cobarde tomando aliento de las hazańas de los héroes

22/10/08

Mi viaje a África

Muchos han dicho que la literatura es un billete de ida para el lector a mundos imaginarios, distantes, exóticos... en el tren de las palabras. Leer a Steinbeck es convertirse en un Arki en los tiempos de la depresión; las páginas de Galdós huelen a pólvora de las santabárbaras de Trafalgar; con Kipling acompañamos a los gabachos en la campaña de Egipto o a dos oficiales británicos en sus tribulaciones afganas; descubrir Macondo es posible con Gabo.

He descubierto que no solo te llevan, si no que te traen. A mí me han traído África. Un pedacito de África. Tánger, exactamente. Fue Pérez-Reverte, en uno de sus artículos dominicales, en un descanso a su pluma viperina, quien advirtió sobre el encanto de los libros viejos, de segunda mano. Los amarillos que huelen a polilla y a madera. Los que tienen marcas de dedos, de café. Las esquinas de las páginas dobladas, desencuadernados a veces. Esos libros dicen de la historia tanto como de los lectores.

Me he sacado el carné de la biblioteca del Cervantes de Budapest. He sacado un libro: Los funerales de la Mamá Grande, de García Márquez. Sexta edición, 1979. Impreso por Rotativa en Espulgas de Llobregat, Barcelona.

Cada 25 páginas, con la exquisita precisión de bibliotecario, un sello: Biblioteca Española- Tánger. Olía el calor del aire africano. Me pusieron bajo los pies las calles de la medina cuando leí, en la página 79, "...la Mamá Grande en el el patio con una sábana blanca y un peine en el regazo, destripando piojos con los pulgares...". La humedad y el calor de Macondo nada tienen que ver con el puerto de Tánger. Sobre las palabras regazo, destripando y piojos, escritas a lápiz las traducciones en árabe.

¿Viajar barato? ¡Superad eso, Kiplings, Steinbecks, Ryanair!

20/10/08

Al compás del silencio

Cuando se planificó el metro de Budapest, litros de palinka fluían de botellas a vasos de ingenieros y políticos. O eso parece. Tiene sólo tres líneas y confluyen en un único y céntrico punto, Deák Ferenc Tér. Ir en metro de Köbánya-Kispest (en el extremo de la línea azul) a Örs Vezét Tere (última parada de la línea roja) supone 17 paradas, 16 kilómetros en línea recta. La distancia real entre esos dos puntos es de 3 km. También es extraño la forma en que se planificaron los accesos: Las escaleras mecánicas conectan en un solo tramo el control de tickets con las plataformas de los trenes - se puede tardar más de un minuto en subir al acceso superior, en el lento y mecánico marchar de estos ingenios.

Lo que sin duda no tiene explicación es el silencio de los viajeros. Miércoles, 8 a.m, Deák Ferenc Tér. Desde las primeras estaciones, los vagones se desplazan sobre las vías como las latas de sardinas en las cintas de las conserveras: milimétricamente llenas. La cinta de la megafonía (un murmullo saturado, en mono, no en estéreo) anuncia la siguiente parada. En el andén, rumor de zapatos, alguna tos. Nada más. Los que utilizan el teléfono, susurran su conversación a la oreja del aparato. Una masa silenciosa se desplaza uniforme envuelta en el silencio total y definitivo. Banco de peces en el silencio del océano profundo.

Era un día laborable, muy temprano, dirán los suspicaces: el sábado a las 10 p.m ocurrió exactamente lo mismo. Intentan explicarlo: "Los latinos tienen un ritmo de vida diferente, es por eso por lo que no entienden"- dice Laszlo, en sus cincuenta, profesor de lengua y literatura húngaras. Laszlo tiene el pelo cano y una cortinilla por flequillo, que se mueve y se balancea, que recuerda a Pepe Oneto."Cuando se acabó el socialismo, hubo una explosión de alegría los primeros años. Luego la gente se dio cuanta de que la vida era real, y que había que ponerse a trabajar. Y en esas estamos".

Hay paradas de metro en las que el silencio descansa, y una tormenta de voces, de tonalides y de acentos se precipita en los viajeros. Como en Klinikák, en el distrito VIII. Cerca de esta estación están el hospital universitario y la facultad de medicina, y a través de ella llegan los estudiantes. Muchos de ellos de intercambio, de todas las partes del mundo, hablando en alemán, francés o inglés. Americanos, europeos, africanos, del Medio Oriente... Y muchos de ellos se quedan a vivir en el barrio.

Un barrio que empieza ahora a recuperarse del silencio. En los últimos años el gobierno ha hecho lo posible por bajar el volumen a los gritos y desgarrados chillidos de los que ahí vivían. Es frontera del casco antiguo con el Pest moderno e históricamente ha sido un ghetto para gitanos cíngaros. En el VIII se daban cita lo mejor de cada casa: putas, proxenetas, hampones, drogadictos, camellos... de voces roncas. Hoy sube el precio de los pisos en el barrio, al ritmo que el gris da paso a los coloridos jóvenes profesionales de la aldea global. Los estudiantes se mueven a este barrio, y, al compás del desarrollo, vuelven la música y las melodías. El silencio de los gritos desaparece. Piano, andante ma non troppo, allegro. Bendito ruído.

17/10/08

El Valor de un Florín (y 2)

¿Qué llevarse a la boca por 250 florines - pongamos que 1€? Pues puede encontrar porciones de pizza muy ricas por 250 florines. Puede comprar una hogaza de pan de 750 gramos por 250 florines. O puede comprar dos botellitas de palinka por 125 florines cada una.

Una bofetada pestilente de alcohol golpea cada mañana a los viajeros sobrios del autobus. A medida que los borrachos alzan la voz y protestan a los controladores, más fuerte golpea la mano invisible de Baco. Hay cientos de (quiero entender) sin techo que sumergen lo que les queda en aguardiente desde primera hora de la mañana.También por la mañana, al sonido del silbato, los trabajadores de la construcción y de las fábricas se detienen en los kioscos de prensa para comprar fruta (pues venden más fruta que prensa) y para comprar botellas de un decílitro de palinka (pues venden más palinka que fruta).

El valor del florín fluctúa no en el tiempo, si no en el espacio. Un korso de Dreher, medio litro de cerveza vale entre 450 y 500 florines en los bares del centro. En el barrio en el que vivo, entre una cárcel y un cementerio, se puede tomar un Korso por 145. Debe ser que la demanda de cerveza entre cadáveres y reos no es tan alta. También es cierto que las parroquias de unos y otros bares no es la misma: pagarán 2€ los ejecutivos, los yuppies, los turistas. Los que pagan 70 céntimos no tienen el cutis suave de las cremas, ni el afeitado apurado. Cubren sus cabezas con gorros fabricados con la misma piel que las solapas de sus raídas cazadoras. Piel aceituna, barba semanera. Un florín vale mucho en este lado.

Por cierto, si se anima a invertir en vivienda, en Budapest un piso de 120 metros, tres habitaciones, un salón luminoso y dos cuartos de baño le puede salir por unos 30.000 € ¿Apetecible? Seguiremos hablando.

13/10/08

El valor de un Florín (1)

Un flrorín húngaro vale, exactamente, 0,0038 euros. O lo que es lo mismo, nada. Una reciente normativa del Banco Nacional de Hungría intenta que las monedas mínimas de uno y dos florines desaparezcan de circulación mediante el siguiente cálculo en cajas: cuando el precio de la compra acaba en 1, 2, 8 ó 9, se moverá al cero más cercano. Cuando sea de 3, 4, 6 y 7 se redondeará el precio al cinco. Si el valor de la cesta de su compra es de 62.467 florines húngaros no pagará esa cantidad, si no dos florines menos.

Pero avéngase de que, si paga esa cantidad, está superando en 467 florines el salario mínimo interprofesional de Hungría. Y es entonces cuando cada florín cuenta. Aproximadamente, 2 de cada 5 húngaros cobran 62.000 florines. Una enfermera de un hospital público tiene una nómina de 84.000. Un diseñador gráfico viene recibiendo al mes 130.000.

Divida entre mil y multiplique por cuatro. 62.000 florines son 248€. Nuestra enfermera percibe cada mes 336, el diseñador, 520. Se puede echar la culpa al gobierno de manatener un salario mínimo tan mínimo, o a la patronal por permitirlo. Subir el salario mínimo arrastraría hacia arriba las cifras de desempleo, y es probable que los empresarios se ajusten a un delicado mercado laboral. Y, sobre todo, a un entrincado y complejo sistema fiscal. O de control, también fiscal.

Una empresa debe detallar todos los gastos que tenga y en qué concepto. Todos significa que de absolutamente todo hay que presentar factura (las dietas de los trabajadores, detalladas; las chicnchetas, cuantas por caja y el precio a razón de 100 chinchetas, 50 florines...). Los viajeros de los trenes tienen la obligación de enseñar su billete al revisor durante todo el trayecto. Normal. No es tan normal que haya que hacerlo mientras se espera a que venga el tren o mientras se cecogen los equipajes.

La respuesta a todo esto la tiene Gyula, profesor de matemáticas en un Instiituto de enseñanza secundaria: "el socialismo nos acostumbró a hacer trampas". Contra las enseñanzas del pasado se defiende el gobierno de hoy. Y numantinamente. Los controladores del transporte público son buena muestra de ello. Entran sin avisar al tren, tranvía, metro o autobús, se colocan una banda en el brazo - acto que, por cierto, traslada al observador a los capítulos más oscuros de la historia - que les identifica y piden los tickets a los viajeros. Que lo tienen, sonríen. Que no lo tienen, una multa de 40€ (divida entre cuatro y multiplique por mil).

10/10/08

Conjunto escultórico

Aviso a fotógrafos: si quieren tomar una bella instantánea de Budapest, diríjanse al medio de cualquiera de los puentes que cruzan el Danubio. Podrán desde ahí tomar fotografías a cualquiera de los deliciosos edificios que se apostan a la ribera de un río enorme y solemne. El parlamento le hará viajar a Londres; el castillo de Buda y los baños, a Estambul. Y, si le apetece, puede alejarse un poco del río e inmortalizar sus momentos junto a majestuosas casa palaciegas, a edificios modernistas, a enormes plazas cargadas de historia, o piérdase por la judería.

Pero atrévase a viajar lejos del centro de la ciudad. Lejos, muy lejos, lejísimos, a nada menos que a quince minutos en metro, se encontrará otra ciudad. Lejos, no en distancia, si no en estilo. Y tan cargada de monumentos como el centro.

Son los cientos de edificios que el socialismo, en su búsqueda de la felicidad para el nuevo hombre desclasado, en posesión de la única y total verdad absoluta (¡¿quién lo niega?!), y en una demostración sin precedentes de su negación a la vida, al hombre... regaló al obrero-esclavo como recompensa por aguantar los golpes de hoces y martillos. Qué mejor idea, pensarían los planificadores, que encerrar al populacho en pequeñas dachas, una para cada familia, una encima de otra y todas idénticas al resto, grises. 4 en el bajo, 4 en el primero, 4 en el segundo... 4 en el quinto.

¡Chalecitos sin jardín para todos!¡Qué no falte de ná!(sic). Todos iguales, todos jodidos. Todos igual de jodidos. Contra esa uniformidad industrial e impuesta, se afanan hoy los propietarios de las casa en pintarlas de colores. Las hay azules, verdes, amarillas, blancas...

Aún quedan, como recuerdo de lo fue y que nuca debió haber sido, las grises de verdad, las de bronce y piedra que entre los mismos miembros del politburó se levantaron, las estatuas constructivistas de aguerridos soldados, lenines, marxes y otras excelencias, y las han almacenado en un parque de Buda. el Parque Memorial de Szobor guarda las efigies que en otra época vigilaban cada plaza, cada calle, calle oficina. Es un Gran Hermano de Hermanos Mayores inhertes.

7/10/08

Magyaroszag Saeta

Hungría estira los brazos de sus enormes llanuras y sangra agua de sus ríos y del Balatón. Aunque muy viva por dentro, se muestra como la representación geográfica del Cristo muerto que pintase Mantegna. Y su calvario ha sufrido, como Cristo. Aunque en su historia también hay lugar para vanos, anécdotas, escarceos... como Cristo.

Poco se puede decir de los orígenes del pueblo magiar, ya hablen historiadores, antropólogos o lingüistas. Del otro lado de los Urales cabalgaron siete tribus de bigotudos a finales del siglo IX, arrasando a su paso lo que encontraban, hasta que decidieron detenerse a las puertas de París. Más tarde se bautizaron, juraron fidelidad a Roma y a su Papa. Subieron al rey Esteban al trono, tanto que lo convirtieron en Santo.

Saltando, como saltan los Evangelios, llegamos al esplendor de Corvino. El rey mecenas convirtió lo que había sido pasto de las guerras internas y de las luchas entre caciques en un espléndido y luminoso espacio para las artes, la cultura, el Renacimiento. Al tiempo que construía bibliotecas aguantaba los envites que el Turco le lanzaba por el sur.

El desgobierno de más tarde movió los astros. No salió el sol en los casi 150 años de luna menguante que sufrió el país. Buda pasó, por obra y gracia de los Turcos, de Floreciente a florecida, pues bien debían florecer las malas hierbas entre sus escombros. Bien es cierto que los Turcos trajeron sus famosos baños a la lanura magiar, y que la liberación por parte de los vieneses no fue tal; más bien un cambio de botas bajo la que estar. Del calzado de cuero repujado de camella a la elegancia austríaca del botín palaciego. Hubo un conato de violencia revolucionaria, medio liberal medio nacionalista, en el 1848, con poetas en los frentes, que sucumbió a las tropas santamente aliadas de Austria y Rusia.

Si no puedes con el enemigo, únete a él. Máxima que se siguió a pies juntillas en Hungría. Una misma casa era ahora reina en Budapest y emperatriz en Viena. Casa que tras la Gran Guerra no pudo más que derrumbarse. El fracaso de una construcción que mezcla materiales tan dispares unos de otros como la piedra tirolesa o el barro transilvanio era fácil de prever. Pero lo que no era tan fácil de adivinar es que la viga húngara sufriera tanto con el desplome: se quedó reducida, entre cesiones a terceros y nuevas creaciones nacionales, a casi la mitad de lo que había sido.

Llegó pues la reacción. Un gobierno que colaboraría con el Reich para recuperar lo que había perdido, aunque para ello se tuviese que acosar, deportar, asesinar... en definitiva, buscar soluciones a la cuestión judía, que sólo en Budapest tenía 1.000.000 de almas. Al final de la guerra, casi a la desesperada, se quiso cambiar de bando, buscando una salida honrosa a su cuestión territorial. A los Flechas Cruzadas, una milicia apoyada por los nazis y contraria a cualquier acercamiento con Moscú, les entró el pánico al escuchar las cornetas soviéticas acercándose e, histéricos, lanzaron a miles de judíos al Danubio. Estos mismos flechas serían los siguientes en darse el baño.

Aunque la función solo había empezado, se dejó caer el telón. Colectivización forzada, partido único, miseria racionada... Parecía que el "gulash" no volvería a ser jamás una deliciosa sopa. En el 56, y nunca menos oportuno, el pueblo de Hungría los puso sobre la mesa y dijo, como Mayra, que hasta ahí podía leer. Estudiantes y obreros salieron a la calle animados por Imre Nagy, gritando libertad. Y si no fueron nada oportunos fue porque la atención de Europa y del mundo estaba en el Sinaí, con un Israel mamporrero a sueldo de británicos y franceses. Como era de esperar, entró el ejercito rojo e hizo lo que mejor sabe hacer: deshacer. Como si fuese una mezcla entre orgullo histórico y desidia de casero, hay hoy en día edificios sin jalbegar negros de humo y con cenefas de balas.

Estiró los brazos de sus enormes llanuras y sangró el agua de sus ríos y del Balatón. Treinta y tres años después de calvario, resucitó. Libertad, Democracia, Derechos Humanos, Separación de Poderes, Mercado, Sueño Europeo... Con las cicratices de un Ecce Homo, pero resucitada.

¿Te apetece jugar al chocho?

Es esta una de las expresiones que el visitante puede escuchar en medio de cualquier conversación de las tascas de la capital húngara. Se lo dicen ellas a ellos, ellos a ellas, ellos a ellos y ellas a ellas sin ningún tipo de miramiento, a lo loco casi. Los hay que lo dicen desafiantes, otros con el brillo del aburrimiento en los ojos y en los bostezos, otros suplicantes. Qué mejor que jugar al chocho para matar el tiempo, para ver quién es el mejor, para divertirse, para resarcirse de una mala experiencia en el mismo "deporte". El que escribe ha participado de este ejercicio el mismo día que llegó a Budapest, varias veces, unas solo, otras hasta con una quinta parte que se suma en medio de la relación. Escuché en una ocasión un "Je te deteste" de boca de una francesa a la que, cuando menos se lo esperaba, se la metí sin compasión, desde detrás y hasta el corvejón.

No saque conclusiones precipitadas ni le vaya a dar por ir diciendo por los rincones que si este o aquellos son unos pervertidos. Chocho es el bonito nombre que los hablantes húngaros han elegido para un invento muy español: el futbolín. Si hoy en día es casi imposible encontrar una mesa de futbolín en Madrid (seguro que porque cedieron su espacio a alguna ominosa máquina tragaperras), hay de estos divertimentos, y por pares, en casi todos los bares y tabernas de Budapest. Ellos y ellas se entregan con igual destreza a tan noble y castiza práctica, sonriendo y tomando sorbos de cerveza a cada gol.