7/10/08

Magyaroszag Saeta

Hungría estira los brazos de sus enormes llanuras y sangra agua de sus ríos y del Balatón. Aunque muy viva por dentro, se muestra como la representación geográfica del Cristo muerto que pintase Mantegna. Y su calvario ha sufrido, como Cristo. Aunque en su historia también hay lugar para vanos, anécdotas, escarceos... como Cristo.

Poco se puede decir de los orígenes del pueblo magiar, ya hablen historiadores, antropólogos o lingüistas. Del otro lado de los Urales cabalgaron siete tribus de bigotudos a finales del siglo IX, arrasando a su paso lo que encontraban, hasta que decidieron detenerse a las puertas de París. Más tarde se bautizaron, juraron fidelidad a Roma y a su Papa. Subieron al rey Esteban al trono, tanto que lo convirtieron en Santo.

Saltando, como saltan los Evangelios, llegamos al esplendor de Corvino. El rey mecenas convirtió lo que había sido pasto de las guerras internas y de las luchas entre caciques en un espléndido y luminoso espacio para las artes, la cultura, el Renacimiento. Al tiempo que construía bibliotecas aguantaba los envites que el Turco le lanzaba por el sur.

El desgobierno de más tarde movió los astros. No salió el sol en los casi 150 años de luna menguante que sufrió el país. Buda pasó, por obra y gracia de los Turcos, de Floreciente a florecida, pues bien debían florecer las malas hierbas entre sus escombros. Bien es cierto que los Turcos trajeron sus famosos baños a la lanura magiar, y que la liberación por parte de los vieneses no fue tal; más bien un cambio de botas bajo la que estar. Del calzado de cuero repujado de camella a la elegancia austríaca del botín palaciego. Hubo un conato de violencia revolucionaria, medio liberal medio nacionalista, en el 1848, con poetas en los frentes, que sucumbió a las tropas santamente aliadas de Austria y Rusia.

Si no puedes con el enemigo, únete a él. Máxima que se siguió a pies juntillas en Hungría. Una misma casa era ahora reina en Budapest y emperatriz en Viena. Casa que tras la Gran Guerra no pudo más que derrumbarse. El fracaso de una construcción que mezcla materiales tan dispares unos de otros como la piedra tirolesa o el barro transilvanio era fácil de prever. Pero lo que no era tan fácil de adivinar es que la viga húngara sufriera tanto con el desplome: se quedó reducida, entre cesiones a terceros y nuevas creaciones nacionales, a casi la mitad de lo que había sido.

Llegó pues la reacción. Un gobierno que colaboraría con el Reich para recuperar lo que había perdido, aunque para ello se tuviese que acosar, deportar, asesinar... en definitiva, buscar soluciones a la cuestión judía, que sólo en Budapest tenía 1.000.000 de almas. Al final de la guerra, casi a la desesperada, se quiso cambiar de bando, buscando una salida honrosa a su cuestión territorial. A los Flechas Cruzadas, una milicia apoyada por los nazis y contraria a cualquier acercamiento con Moscú, les entró el pánico al escuchar las cornetas soviéticas acercándose e, histéricos, lanzaron a miles de judíos al Danubio. Estos mismos flechas serían los siguientes en darse el baño.

Aunque la función solo había empezado, se dejó caer el telón. Colectivización forzada, partido único, miseria racionada... Parecía que el "gulash" no volvería a ser jamás una deliciosa sopa. En el 56, y nunca menos oportuno, el pueblo de Hungría los puso sobre la mesa y dijo, como Mayra, que hasta ahí podía leer. Estudiantes y obreros salieron a la calle animados por Imre Nagy, gritando libertad. Y si no fueron nada oportunos fue porque la atención de Europa y del mundo estaba en el Sinaí, con un Israel mamporrero a sueldo de británicos y franceses. Como era de esperar, entró el ejercito rojo e hizo lo que mejor sabe hacer: deshacer. Como si fuese una mezcla entre orgullo histórico y desidia de casero, hay hoy en día edificios sin jalbegar negros de humo y con cenefas de balas.

Estiró los brazos de sus enormes llanuras y sangró el agua de sus ríos y del Balatón. Treinta y tres años después de calvario, resucitó. Libertad, Democracia, Derechos Humanos, Separación de Poderes, Mercado, Sueño Europeo... Con las cicratices de un Ecce Homo, pero resucitada.

1 comentario:

Marc dijo...

Esto más que una saeta es un cuento, que no...
Pero lo imporante que es la historia para entender el presente!

Otro abrazo y adelante con el blog!!